¡¡Yo vengo de Utrera!!

El Festival Flamenco de Nîmes cruzó su ecuador. Los días, horas, minutos y segundos ya van hacia atrás. La Tierra de Mari Peña nos hizo cambiar de hemisferio. Utrera. La casa de los Perrate. La de los Peña. La de Fernanda y Bernarda. La de los Pinini. La que tiene entronque de sangre con Lebrija y Sevilla a través del rio. La tierra de los caminos de carromatos. La Galia del cante y las formas.

El Teatro Bernardette Lafont hasta la bandera. ¡¡Qué alegría ver como se llena!! Y sin entradas de protocolo más que la de la prensa acreditada. Noche de expectación. Ya conocen el refrán. Patrick va por ti. Por él y por los demás. Bonito gesto nada mas iniciar la gala. Tonás y debla. De sabor trianero. De la casa Tomasa. Soleá. Donde Utrera tiene pocos rivales. Con ritmo. Buscando el límite. Sin aguantarse en la silla. Perfecto el Moya. Acelera el compás para que se romancee el cante. Utrera is diferent.

Alegrías con sabor a Macarena y Pinini. Ledesma ilustra el baile. La academia de la calle en el escenario. Ella también es Sevilla. La sentencia del fandango buscó a la soleá para acompañarse. Cepero, El Gloria y ella. Y ahí acabó todo. O casi. Once minutos de piano. Zambra que rompe en bulería. Bonitos. Largos. Demasiado. Transición de cantaora a cantante. Prefiero a la cantaora.

La sensación de relleno empieza a inundar el teatro. Se va por la caja para salir por las butacas. El foco a la espalda. No se le ve. No se le escucha. Hay códigos que o se conocen o mejor no tocarlos porque queman. Y casi sale ardiendo Mari Peña. Con lo bien que iba. ¡¡Yo vengo de Utrera!! Y todo volvió a donde nunca debía de haber salido. Bulerías. Marca de la casa. La que da la Tierra. La que le recordó a Mari Peña que es cantaora.