Vanguardia flamenca de masa madre

Con David Lagos y Mariola Membrives en el Auditorio La Paloma ha dado comienzo la 30 edición del Festival Flamenco de Nimes, un festival que por derecho propio se ha ganado un hueco fijo y definido en el calendario anual del circuito de festivales flamencos de gran formato y que, además, no le tiembla el pulso a la hora de acoger dentro de su programa de contenidos apuestas arriesgadas como las que ayer ocuparon el centro de creación y auditorio La Paloma, principal espacio escénico de esta primera jornada de un evento que, hasta el 19 de enero, centrará todas las miradas del mundo de lo jondo y lo menos jondo en la ciudad más española que dicen que tiene Francia.

Dividida la sesión en dos partes, la primera de ellas estuvo protagonizada por la artista cordobesa Mariola Membrides, quien puso en escena su trabajo discográfico Lorca Spanish Songs y que, con la base en el cancionero popular del poeta granadino, revisitó y revisó la obra inmortal de Federico bajo un prisma de flamenco fusión donde buscó entronques y enlaces tanto con el mundo del jazz como del rock.

La pena fue que por aquello de los viajes y los problemas de transporte que están aconteciendo en Francia en estos días, no pudimos llegar a tiempo para poder ver esta propuesta de forma completa por lo que, en el video que acompaña en esta noticia, os dejamos una muestra de lo que sobre el escenario se expuso, si bien nos gustaría hacer hincapié que, de lo vivido, sentido, visto y escuchado, la voz de Mariola Membrides es una de esas voces que gustan de primeras al oído tanto por su dulzura como por su facilidad tonal y afinación, pero en cambio el hecho de que no tuviera la misma mas presencia sobre la instrumentación que la acompañaba, no permitía que pudiéramos disfrutar de ella en toda su extensión.

Por su parte, el jerezano David Lagos llegaba para dar continuidad a la noche con una propuesta en la que él mismo confesaba que ‘’se expone el cante ante el oyente desde una perspectiva contemporánea’’ y dicho y hecho. Con su hermano Alfredo a un lado a la guitarra – que está viviendo uno de esos momentos que nunca quiere uno que se acaben- y con Juan Jiménez de Proyecto Lorca y Daniel Muñoz al otro lado, en los vientos y en la electrónica respectivamente, la energía así como la empatía y sinergia que transmitieron sobre el escenario nos hizo recordar los famosos versos de Antonio del poema ‘Caminante, no hay camino’ y este ‘Hodierno’, desde el día de su estreno hasta hoy, ‘’ha hecho camino al andar’’ y no saben ustedes cuanto.

En esta reseña no vamos a entrar en desmenuzar un espectáculo que ofrece pocas variaciones sobre el que ya tuvimos la ocasión de reseñar en su estreno, en el mes de septiembre de 2018 en el Teatro Alameda dentro de la programación oficial de la Bienal de Flamenco de Sevilla, pero en lo que si nos gustaría hacer hincapié es en que, tanto el rodaje como el paso de tiempo desde el día de su estreno hasta hoy, le han dado a este Hodierno el poso que necesitaba y que ha provocado que se irradiara al respetable una energía capaz de transmitir buenas vibraciones, imprescindibles para que uno no mire ni siquiera el reloj porque lo único que hace es disfrutar con lo ve, con lo que eschuca y, sobre todo, lo que percibe a través de esa comunicación kinestésica tan necesaria en eso de sentir y hacer sentir.

Ya bien sea por el magnífico sonido que supo sacarle a la sala Chipi Cacheda, ya bien sea porque hay un mayor ensamble y acople entre los artistas que están presentes en el escenario, ya bien sea porque el cuarteto protagonista de este Hodierno sabe y conoce perfectamente los terrenos que pisa porque están fraguados en unos cimientos fuertes y seguros, lo único cierto y fijo es que este ‘Hodierno’ hizo bueno su significado de pan de masa madre de primera calidad recién hecho.

 

Y aquí la masa madre se nota en los pregones de Macandé impregnados de una personal letra con el miedo como referencia, en las malagueñas de Chacón y la Caña que se abandola para rematar en verdiales, en una soleá y unas seguiriyas que juegan en la vanguardia bajo estructuras vocales clásicas, unas cantiñas donde el face to face de la voz con el resto de la orquesta es la vía principal de comunicación y unas marianas rematadas en tangos llevadas a una versión 2.0 que no hicieron más que refrendar que los buenos canastos sólo se hacen con buenos mimbres. Y de buenos mimbres, los cuatro de anoche en La Paloma, iban sobrados, disfrutando ellos sobre el escenario y nosotros en el patio de butacas, de pitón a rabo.