Un diario de a bordo de la llegada de una churumbel

19/09/18 Flamencomanía David Montes

Tres artistas y una coliflor. Una bailarina, una cantante, una danzaora y una pimienta, una uva, un kiwi, una chirimoya, una banana o, en definitiva, un churumbel. Cosas de las modernidades de ahora. Para la futura abuela... un 'chicharito'. Un ser incipiente por quien todo gira. Por quien todo sucede. Una bendición por quien merece todo la pena. El 'Grito Pelao' responsable de que se plasme sobre el escenario todo un universo de sensaciones y emociones, ya de por si desatadas y libres habitualmente. Las de Rocío Molina. Las de la futura madre. Las de una mujer valiente y decidida. Una mujer que baila tal cual es. Una mujer que vive tal cual baila.

'Grito Pelao' es una canita al aire. Ella misma lo confesó. Un autorregalo. Un autodisfrute. Un placer. Como siempre, suyo y nuestro. Contemporáneo y tradicional. De amor y de miedos. Un diario de a bordo lleno de estados emocionales al que el baile, el cante y el canto le va a poner punto y final el sonido de la vida bajo una escenografía de Óscar. ¿No hay giraldillo al mejor técnico de luces?. Nunca el blanco tuvo tantos colores. Genial.

29 de marzo. Punto de partida. Al de llegada aún le quedan un par de meses de espera. Mientras tanto, mientras llega el día, toca disfrutar y abrir bien los sentidos. Dejarse llevar por lo que ofrecen Rocío, Silvia, Lola y el Churumbel es el mejor consejo. Su propuesta a través de las músicas del mundo. A través del flamenco. Cada momento tiene un sonido. Cada pasaje un sentimiento. Diferentes estadios que son llevados de vientre para afuera. Sólo quien tiene la suerte de albergar en su cuerpo la vida tiene la capacidad de poder hacerlo bailando.

La vida genera vida de mil y una formas distintas. Tantas como las que hay de querer. Y de amar. Y de bailar. A través del flamenco y a través de esas otras músicas del mundo. Esas por las que nos llevó Silvia Pérez Cruz. A veces vital, a veces lánguida, pero siempre magistral. Tiene una armónica en la garganta y un pentagrama en la cabeza la catalana. Una pena que no se pudiera ver en toda la sala la traducción de las letras. Esas por las que nos llevó Trassierra y el Oruco. Por tarantos, por tangos – hasta con arte para equivocarse-, por cantiñas, con barbas y sin ella, cantándole hasta a la escobilla, por bulerías o por soleá y seguiriyas.

Pero Grito Pelao no es sólo baile. Es diálogo. Es interactuación. Es confesión. Es confidencia. Es revelación de secretos. Y de ello sabe bastante la abuela Lola. La que llegó de rodillas al altar de la Virgen a la que prometió llamar a su hija Rocío si todo iba bien. Y la que es columna vertebral para una hija a la que le dan miedo los truenos pero quiere bailarlos agarrados a su Churumbel - nombre se le va a quedar para los restos- y que desnuda sus temores sin vacilar ante el público. Bailando y sin bailar. Hablando y sin hablar. Cantando y sin cantar. Vestida y sin vestir.

Y también sabe bastante de ello Silvia, capaz de caminar por un largo pasillo sintiendo la mano en su hombro de quien conoce su destino. Capaz de buscar puntos de conexión con mundos que sólo comparten alfabeto y pentagrama pero distinto idioma. Capaz de crear sonidos al movimiento para envolver la escena desde la silla o desde el suelo.

Dos horas no aptas para todos los gustos. Dos horas no aptas para los talibanes flamencos. Dos horas para un diario en el que la llegada del Churumbel le va a poner final al cuento. Dos horas para que quien quiera vuelva hoy al espacio escénico. Quien no vaya se lo pierde porque no se va a volver a repetir esto. El Grito Pelao tiene contados los días en el tiempo. Dos horas para reír, dos horas para sentir, dos horas para la libertad, dos horas para poder decir que nunca me arrepentí de haberme cambiado de asiento.

Hoy no hago una crítica. Hoy no tengo ganas de contaros un cuento. Hoy sólo quiero expresar lo que captamos Antonio Campos y este juntaletras después de un feliz encuentro en el Teatro de la Maestranza, en una Bienal que si no fuera por estos momentos sería mucho mas de lo mismo. Y Rocío no se merece eso.

Ficha Técnica:
Espectáculo: Grito Pelao - Artista: Compañía de Rocío Molina - Lugar: Teatro de la Maestranza - Bienal de Flamenco de Sevilla - Fecha: 18 de septiembre de 2018 - Aforo: Lleno - Baile: Rocío Molina y Lola Cruz - Cante: Silvia Pérez Cruz - Guitarra: Eduardo Trassierra - Violín: Carlos Montfort - Compás: José Manuel Ramos 'Oruco' - Electrónica: Carlos Garate.

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