Un año acariciando a la Giralda vestido de primavera

La noticia corrió como la pólvora. Recuerdo perfectamente cómo, a primera hora de la mañana, las redes sociales convertían en viral la noticia del fallecimiento de Manuel Molina Jiménez, ceutí de nacimiento pero trianero de adopción, que nos dejaba un 19 de mayo de 2015 para marcharse al reino de los cielos.

Sin lugar a dudas, Manuel Molina fue uno de los artistas flamencos más bohemios de cuantos se han conocido y fue de los responsables de abrir el camino de esas otras músicas, que actualmente encuentran acomodo dentro de los compases flamencos. Si importante fue su paso por el grupo Smash, más lo fue el dúo que conformó con Lole Montoya, con quien conformó un binomio imprescindible para conocer el flamenco tal cual lo conocemos hoy.

Dicen que las personas mueren cuando caen en el olvido pero, Manuel Molina Jiménez, no morirá nunca porque deja tras de sí un legado tan importante en lo musical como en lo compositor que harán que siempre le tengamos presente.