Rotunda, flamenca y jonda

Ficha Técnica:
Espectáculo: Gratia Plena – Artista: Tomasa Guerrero ‘La Macanita’ – Lugar: Iglesia de San Luis de los Franceses (Bienal de Flamenco de Sevilla) – Fecha: 25 de septiembre de 2022 – Aforo: Lleno – Cante: Tomasa Guerrero ‘La Macanita’ – Toque: Manuel Valencia – Palmas: Chicharito de Jerez, El Macano y Javi Peña

Sevilla, a 25 de septiembre de 2022. La Bienal de Flamenco de Sevilla encara su última semana y esta mañana cerraba uno de sus ciclos minimalistas, pero no por ello menos importante. La apuesta personal del director de la muestra, Chema Blanco, por ofrecer bajo la denominación de Gratia Plena a tres voces imprescindibles del flamenco femenino actual tocaba a su fin, con la llegada a San Luis de los Franceses de una de las guardianas del cante actual: Tomasa Guerrero ‘La Macanita’.

La cantaora jerezana, al igual que sus antecesoras – Tía Juana la del Pipa y Dolores Agujetas- ocupaba con las campanas del mediodía el pequeño escenario del templo barroco desacralizado para abrochar un ciclo que no pudo tener mejor epílogo. Escoltada por Manuel Valencia al toque – que estuvo de bien p’arriba-, además de sus inseparables Macano y Chicharito al compás, a quien en esta ocasión también se les unió Javi Peña, cual emperadora jonda de voz bronceada y flamenca, Tomasa Guerrero Carrasco 'La Macanita' (Jerez, 1969) nos regaló algo más de una hora de cante del que hace afición.

Con Manuel Valencia abriendo plaza con la guitarra ‘entre sus manos’, la soleá se convertía en ‘gandinga’ buleaera para preparar el terreno a Tomasa y, de paso, traernos también a muchos de nosotros la imagen de Fernando Terremoto (hijo) a la mente, como previo a un face to face por malagueñas. Llena su garganta de esas flores que amaba Manuel Torre, la cantaora del barrio de Santiago modulaba, calentaba y atemperaba una voz que necesitaba estar prepararada para atacar acto seguido unos exigentes tientos y tangos. Pastora, Paquera, Caracol, La Repompa y hasta una soleá por bulerías ‘terremotera’ a compás binario le daban contenido mientras nos removíamos en la silla presagiando que la mañana podía ser de las que no se olvida fácilmente.

Y lo fue. Por soleá. ¡Cómo olvidar esa soleá! Difícil tarea esa. Que suerte tuvimos quienes estuvimos. Y lo que se perdió quien quiso dejar el asiento vacío. Acordándose de esos cantes que los tiempos actuales se están dejando atrás, La Macanita se colmó del gusto de la Serneta, le limpió la mancha al pañuelo de Manuel Torre para echárselo a su madre en la cara junto a Manolito de María y, rememorando amores pretéritos olvidados por el hablar de la gente a través de Juan Talega, se moría directamente en el macho viajando a Utrera junto una Fernanda que ya no podía con más, pero que en su voz nos dejaba extasiados y emborrachados de la reina de los cantes.

Además, recorriendo con acierto ese cante que algunos dicen que no paran de echar de menos en esta Bienal, el aroma a ‘chocolate’ comenzó a respirarse en el ambiente sacro domincal con el cinco por ocho de la seguiriya. Ese cante que es aún más dolor presente cuando se recuerda al Marrurro y al Nitri, fue una bendición franciscana cuando la voz comenzaba a ser quejumbrosa y áspera buscando alivio y sosiego en las manos que le sostenían en el compás a base de prima y bordón a golpe de falseta y rueda. Y si ya todo lo anterior nos tenía suficientemente colmados a los presentes, la bulería corta ‘made in Jerez’ se hizo protagonista para cuadrar la curvatura del círculo.

Llevando a cabo la más extensa de las tres ‘mujerez’ llenas de ‘gratia plena’ con las que se han abierto las jornadas de domingo en esta Bienal de Flamenco, durante algo más de una hora La Macanita no sólo supo recorrer con acierto los palos básicos del cante, sino que nos dejó de vuelta a casa camino de la Alameda con ese regusto que se te queda en el cuerpo después de saborear el gourmet jondo con el que la cantaora jerezana cerró este ciclo en San Luis de los Franceses.