Rancapino recibe el calor de los suyos

10/04/13 Flamencomanía David Montes

Cuando el flamenco tiene que arropar a uno de los suyos, no entiende de raza o condición y la noche del lunes fue un claro ejemplo de ello. Alonso Núñez ‘Rancapino’, grande entre los grandes de Los Puertos y Cádiz, recibió ayer una mínima parte del cariño que siempre ha demostrado a sus compañeros a lo largo de toda su trayectoria artística.

De la mano de Miguel Poveda, artífice de todo cuanto aconteció  en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, ningún artista de los reclamados, salvo Jesús Méndez por razones obvias, faltó a la cita con la se le rendía un más que justo tributo a este cantaor chiclanero que, junto con su compadre Camarón de la Isla, son máximos referentes de una zona cantaora que tiene el son y la gracia corriendo por sus venas.

Difícilmente, si no es por una causa como esta, podremos volver a disfrutar de una noche de cante donde hubo prácticamente tiempo para todo al tiempo que vivimos momentos intensos y de muchísima altura, donde las guitarras Jesús Guerrero, Antonio Higuero, José Valencia o Miguel Ángel Cortés supieron estar todas en su sitio y no buscaron más protagonismo que darle el acompañamiento justo que el cante, mucho y muy bueno, necesitaba.

Desde el joven Kiko Peña, al que hay que empezar a seguir de cerca y no perderle el rastro. Pasando por Antonio Reyes, que estuvo de bien p’arriba tanto por tangos como por bulerías y al que el público provocó que se tuviera que despedir con una collera de fandangos, o Arcángel, que desplegó un arco musical y vocal impresionante en unas siguiriyas al límite y despues dar un repaso a toda Huelva por fandangos y que, junto con Miguel Poveda, nos hizo vivir uno de los momentos más intensos de la noche, protagonizando ambos un mano a mano por soleá que tiene un trasfondo de mucha más intensidad de la que parece. Por su parte, y ya en solitario, Miguel Poveda se enfrascó en una malagueña de La Trini y otra de la Peñaranda antes de cerrar por cantes abanadolaos donde la ‘ojana’ la dejó en casa y se trajo su sapiencia cantaora para cerrar su intervención con unas alegrías con un soniquete y coordinación a prueba de metrónomos.

Por soleá y bulerías made in Juanito Villar, con la guitarra de Niño Jero, el cantaor gaditano nos trajo estampas añejas a la memoria donde prosiguió un Paco Cepero, que puso el momento de la guitarra como protagonista y donde las pulsaciones del tocaor jerezano llenaron de armonías el teatro tanto en la Alboreá como con su buque insignia ‘Aguamarina’, que nos trajo acompañado de Miguel Salado y Paco León, y que precedieron a un Alonso Núñez ‘Rancapino Chico’ que fue quien tuvo el honor de poner colofón a la noche por tangos, bulerías y unos entregadísimos fandangos llenos de carga emotiva.

Obviamente, la noche no podía acabar sin el merecido reconocimiento del respetable presente en el Lope de Vega al cantaor chiclanero y, con todo el público puesto en pie en una larguísima ovación, Rancapino les respondió con una soleá cargada de genio y con unos fandangos soberbios, acompañado por la guitarra de Paco Cepero, antes de pasar a un fin de fiesta donde tuvimos la suerte de ver a la gran Matilde Coral derrochando arte y compás como ella solo sabe hacerlo.

David Montes
@Flamencomania

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