Noche grande de flamenco y buena gente

Lejos queda ya el parpadeo de esa peña que en San Lucas marcaba el compás de lo jondo. Esa que alumbró a unos socios que hoy son reflejo de su nombre grabado en lo hondo de su corazón. Y aunque muchos quieran mandarles de regreso a los días de negro destino, desconocen que las viejas calles de ese barrio es su cobijo y en ellas deben permanecer.

Y bajo el mirar de las estrellas, la noche del sábado, besos y abrazos celebraban que 40 años no es nada. Que hay que seguir respetando las frentes marchitas que el tiempo plateó en la sien y, junto a ellos, celebrar por todo alto la amistad y la afición, dejando en la sombra a quien sólo busca posar en una mísera foto en la que aparecer y usa la palabra flamenco para envilecer.

Permítanme hoy esta licencia. Este parafraseo a un grande. Carlos Gardel. Al trovador del tango. Al mas grande contador de alegrías y penas argentino para comenzar este texto y reflejar las sensaciones vividas el pasado sábado en el día grande del programa de actividades con el que la Peña Flamenca ‘Buena Gente’ celebra esta importante efeméride y darles desde aquí nuestra más sincera enhorabuena por el trabajo realizado, el que está realizando y el que a buen seguro van a realizar en el futuro si siguen en esta línea.

10 de noviembre de 2018 era fecha marcada en rojo en el calendario. Esa era la noche. Ni antes ni después. Esta vez en el Salón Los Claustros fue el lugar de la cita. Media etiqueta en el coctel, de gala en la actuación. Los protagonistas sabían de la importancia del evento. Y no se dejaron nada en casa. Tres paladines del flamenco actual jondo y jerezano. Jesús Méndez, Diego del Morao y Gema Moneo. Y para el fin de fiesta Rosario Heredia y Tomasa Peña. ¿Hemos dicho algo?

La solemnidad de las negras y blancas abren la noche. Zambra. Recuerdo inevitable a un grande. De apellido Ortega y Juárez. Con nombre de patriarca. Manuel. Como a quien Jesús le dedicó el recital. Detallazo grande. El apellido Méndez no lo puede llevar cualquiera. Y hacerlo grande sólo tienen el privilegio unos pocos. Eso se tiene o no se tiene. Y ellos dos lo llevan en la masa de la sangre.

Por alegrías llegan aires marineros al Claustro. Diego Montoya y Manuel Salado le marcan el compás. Diego del Morao hace sonar a ‘la gitana’. Que nombre más bonito para bautizarla. Jesús la bendice con el compás que llega del relicario que tiene por patrona a la Virgen del Rosario, bajo un engranaje de relojería suiza de la marca ‘titirimundi’ by Juan Moneo ‘El Torta’.

Sobrevuela la Paquera por la mente y el recuerdo. Compás der tientos. Y de tangos. Como ella ninguna. Como su familia tampoco. Y para ‘quereres’ las letras del Tío Antonio. Gallardo y Molina para más señas. Y por malagueñas. Torre y Mellizo. Exigente en los tercios. Peleando en los bajos. Esos que decía Caracol que sin ellos no se puede cantar bien. Esos donde hay que tirarse al fango si fuera necesario. Esos que Jesús Méndez peleó hasta la última sílaba del Mellizo. Hasta la última nota del piano.

El ecuador de la noche trajo bajo su regazo el mejor de los momentos. Cante, toque y baile de primera división. Soleá por Bulerías. Bulerías pa escuchar en Jerez. De bien p’arriba es poco. En este cante el Méndez tiene pocos rivales cuando saca a pasear el poderío que no necesita micros. Diego se desparrama en la silla. Se deja llevar por el soniquete de su cuerpo. Gema Moneo aparece en escena para marcar tiempos y poner el arte en movimiento. Oles van y vienen. Público en pie. No hay mejor veredicto. Si le dan al play verán que no les miento.

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Por fandangos sigue la noche. Pinto. Chocolate. Torre. Sentado y de pie. Seguro. Tranquilo. Sabiéndose ganador. La noche la tenían hecha. Sólo faltaba el remate. Las bulerías. Las de aquí. Las de Jerez. Las que suenan distinto en Santiago, La Asunción y la Plazuela. Las que tuvieron recuerdo al Torta. Su adorado Torta. A las que le puso música Diego de color morado.

Con esa música que va en la sangre. La que hace latir el corazón a compás. La que es la última en llegar a la fiesta. La que sin ella la fiesta en Jerez no existe, se remató una noche de ensueño que tuvo en Rosario Heredia y Tomasa Peña un bis a modo de fin de fiesta, colocándole la guinda a una noche que no va a pasar desapercibida ni en Jerez, ni en la gente buena de la 'buena gente'.