Noche de alta escuela jonda en la Tonelería del Tío Pepe Festival de Jerez

14/08/22 Flamencomanía David Montes - Fotos: Miguel Ángel Castaño

Ficha Técnica:
Espectáculo: Solera y Compás – Artistas: Diego del Morao, Pedro El Granaíno, La Macanita y Mercedes Ruiz – Aforo: Tres cuartos – Fecha: 13 de agosto de 2022 – Lugar: Patio de la Tonelería de la Bodega González Byass (Jerez) – Cante: Tomasa Guerrero ‘La Macanita’, Pedro Heredia ‘El Granaíno’, Miguel Soto ‘El Londro’ – Toque: Diego del Morao, Patrocinio Hijo, Santiago Lara y Rubén Martínez – Baile: Mercedes Ruiz – Palmas: Javi Peña, El Macano, Chicarito de Jerez, Luis Dorado, Miguel Heredia – Percusión: Ané Carrasco, Carlos Merino y Perico Navarro.

Jerez, a 14 de agosto de 2022. El ciclo ‘Solera y Compás’ del Tío Pepe Festival de Jerez ha llegado a su fin. Cinco citas que ya quisieran tener para si muchos festivales flamencos andaluces. Cinco noches en las que el buen toque, el buen cante y el buen baile han sido los protagonistas. Diego del Morao, El Granaíno, La Macanita y Mercedes Ruiz eran los encargados de decir hasta el año que viene.

El cartel era pañuelos en la solapa. Y trajes largos para seguir la noche del sábado hasta alborear la mañana. Hasta de sus casas salieron los que no tenían ganas. Cartel de jamón del bueno. Y el público suele responder – y disfrutar- cuando la ocasión lo merece. Y la del sábado fue una de ellas. De pitón a rabo. De oriente a occidente. Del alfa hasta el omega de lo jondo. Y es que pocas veces se tiene la oportunidad en Jerez de vivir ternas como estas. Pocas veces se tiene la oportunidad en Jerez de vivir en gran formato a sus flamencos más ilustres. Salvo en el Festival. Ahí lo dejo.

Fue una noche de estrellas rutilantes. Y también de destellos. De pellizco y de ole. Como los que arrancó Diego del Morao a Antonio Rey – que estaba entre el público junto a Jesús Méndez- mientras sonaba su bajañí. Como los que arrancó del cielo a su padre mientras su perfume nos llegaba en aroma de pentagrama recordándolo entre armonías y melodías pretéritas. “Este festival lo tiene todo, así que, si sale algo mal, soy yo” decía al público mientras calentaba las manos. El heraldo de la prima y el bordón de Santiago no defraudó con Ané Carrasco a su derecha y Rubén Martínez a su izquierda. En absoluto. Como tampoco lo hizo desparramando el soniquete de su guitarra como una alfombra de rosas para que La Macanita caminara firme. Soleá por bulerías, seguiriyas, una rumba y una bulería marca de la casa y público en pie. Imposible que algo salga mal cuando estás “como en casa”. Y Diego no estaba en casa. Jerez es su casa. Así. Sin más.

Como lo es también para Pedro ‘El Granaíno’. En el Festival Jerez de 2012 debutó en solitario en la Sala Compañía. Y su idilio con la ciudad continuó hace escasas fechas cuando volvía de nuevo tanto al festival que le dio la alternativa, como a los Viernes Flamencos que aún se celebraban en el Patio de San Fernando del Alcázar, tras pasar por la Nave del Aceite. Buena Gente. Pedazo de cantaor. Mejor aficionado. Con la profesión por dentro se agarró al toque de Patrocinio hijo. Sabe lo que se hace. No es fácil maridar a Paco La Luz con el Morente más picassiano y rematar después con el cambio de Manuel Molina.

Abrió por granaína y malagueñas de Chacón para rematar abandolando un fandanguillo de Tomás Pavón, por tangos estuvo soberbio caminando de Remedios Amaya a Camarón sin olvidarse del 'lenguaje de la flores de su tierra'. Morente siempre será Morente. Mal que le pese a algunos. Igual que Farina por fandangos, pero como El Granaíno vuelva a cantar otra vez igual por seguiriyas en Jerez, no va a quedar mas remedio que hacerlo hijo adoptivo jondo de la ciudad. Le pone el pescao caro a cualquiera. Tiró la moneda al aire y le salió cara. Para disfrute suyo. Y de todos nosotros.

La Macanita no le hizo ascos al envite que le había dejado el Granaíno. Ella es un arrebato de bravura jonda. De la que ya va quedando poquita. Esa voz. Ese eco. Esa Tomasa enfundada por soleá recordando a Tío Borrico, a Frijones, a Juan Talega, a Fernanda… eso ya vale el precio de la entrada. ¡Qué noche para el recuerdo! Y todavía faltaba mucho por venir. Hasta el baile. Diego del Morao se gustaba a la bajañí. Le arrancaba los tercios con la muleta de prima y bordón siempre bien puesta en la verdad del cante.

Si difícil es cantar despacio. Más difícil aún es tocar esperando. Y ahí la sangre ‘morá’ tiene un plus que no tienen otras. Es así. Axiomático. Las seguiriyas fueron un ejemplo de ello. Agujetas y Juanichi ‘El Manijero’ pueden dar fe de ello. Por tangos y bulerías ‘La Macanita’ acabó con el cuadro. Así. Sin más. No nos vamos a cansar de repetirlo. Ni de recordarlo. En el compás binario y en el de amalgama made in Jerez ella juega en otra liga. En el uno a uno es una rival difícil de batir. Ella hoy en día es la voz del cante flamenco de Jerez hecho mujer. Por dinastía. Por abolengo. Por trayectoria. Y porque como a Tomasa Guerrero ‘La Macanita’ le dé por sacar la artillería pesada que tiene en su garganta y ponga pasaer compás con el que le recorre la sangre por las venas no tiene rival.

Como tampoco tuvo rival Mercedes Ruiz rematando con ‘solera y compás’ la noche. La bailaora jerezana, junto a Joaquín Grilo, ha sido de lo mejor que ha pasado por el escenario en este ciclo. Jugaba en casa y con los suyos. Con el Londro dándole el compás de metrónomo en el ‘Pregón de las moras’ de Juan Breva, tiró de técnica con el mantón para arrancar una ovación más que merecida. “Con lo que pesa eso y como lo mueve” se escuchó por el patio de butacas. Y es que no lo tenía en sus manos cualquiera. Lo tenía Mercedes Ruiz. Embajadora de la Tierra Borborea más allá de las fronteras de la ciudad. Una ciudad que ella sabe que se duele por seguiriyas con los palillos en sus manos. Una ciudad que muere con la reina de los palos del flamenco con el que puso el cierre. Soleá. Qué bonito nombre tiene. Señora del cante y, en el cuerpo de Mercedes Ruiz, también del baile de Jerez por derecho propio.

¿Con quién mejor que con los tuyos para recorrer el sendero de lo jondo? Con su marido Santiago Lara a la bajañí, las palmas de Javi Peña y la percusión de Perico Navarro, la bailaora jerezana volvía una vez más a refrendarse en una tierra que la vio nacer y crecer artísticamente y a la que lleva por bandera, a pesar de que la veamos pocas veces más allá que el Festival de Jerez. Y ayer no fue así. Ayer fue la piedra angular que remató una noche que ya quisieran para si muchos festivales de verano.

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