A los 10 años, Manuel Soto Carrasco (Jerez de la Frontera, 1986) todavía no era "Maloko”, pero ya había dejado registrado su arte en La niña celeste, disco en el que apoyaba a su tío “Sorderita” mientras se empapaba del genio a las seis cuerdas del maestro “Moraíto Chico”. Repetiría experiencia poco después, con A un patriarca, y a los once años podía presumir de haber pisado más tablaos que muchos veteranos. Con unos inicios tan precoces, cabría esperar que su carrera discográfica en solitario hubiese despegado mucho antes, pero ha tenido que llegar un productor multifacético de prestigio internacional como Javier Limón para darle el último impulso para desarrollar un proyecto en solitario, un salto al vacío con el que poder profundizar en una de sus inquietudes más complejas: la transgresión de lo estricto desde el respeto a la tradición.
Sus influencias y voluntad de transgresión recuerdan, quizá, a las de su tío "Sorderita", fundador de Ketama, que, en una apuesta propia de figurar en el libro del White's, siguió la senda de la fusión de flamenco y pop, pero también nos encontramos el compás perfecto de “El Bo”, su padre, y de su tío Diego Carrasco, “El mago del compás”. Crecer acompañado por la métrica impecable de un titán como el “Terremoto de Jerez” imprime carácter y confianza en las raíces, pero para salirse de la norma hace falta inquietud, curiosidad y amor por la música, y esto es un mérito que corresponde en exclusiva a “Maloko”.
Su curiosidad arranca desde su extensa lista de colaboraciones: Diego Carrasco, Estrella Morente, Diego del Morao, María Jiménez, Miguel Poveda, María Toledo o Manuel Molina y Tomasito han recibido sus colaboraciones, tanto en estudio como sobre el escenario; pero, como describe Javier Limón, productor con diez Grammys a sus espaldas, el talento para la fusión del joven cantaor jerezano es algo diferente, un arte que puede presumir de acercarse a la vanguardia desde la raíz y los valores del flamenco; desde la emoción y el ritmo. Los genes Sordera y Carrasco han encontrado a un artista de corazón que no solo vive la pureza del flamenco, sino que entiende y domina sus mecanismos y resortes.
Desde el 20 de octubre, “Maloko” cuenta con un disco homónimo en el mercado, un disco que “habla de la vida” y en el que la presencia del piano aporta la nota jazzie a la que Javier Limón nos tiene acostumbrados en este tipo de propuestas. Pese a salirse de los palos primitivos, “Maloko” se defiende como “muy flamenco”, algo a lo que, aseguró, “no se pierde nunca; forma parte de mi raíz, de mi esencia”. Los escenarios tendrán que esperar un poco más, aunque hemos podido disfrutar de un adelanto en la presentación que tuvo lugar en Madrid el miércoles 8 de noviembre, en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores.
Los temas del álbum son, en su mayoría, obra del propio Manuel Soto Carrasco, aunque también hay espacio para alguna versión. "Las historias de las que hablo en el disco son historias de verdad, no solo de amor", declaró, pero sí hay espacio para el romanticismo. Hay todavía espacio para una anécdota: Alejandro Sanz le envió la canción “Convergemos”, que aparece en el disco, pero no lo hace exactamente como la ideo su compositor: “Maloko” la versionó por bulerías.
Una de las dinastías más importantes del flamenco cuenta ya con un nuevo disco en su haber. El nieto de “Sordera de Jerez” y sobrino de Diego Carrasco vuela en solitario con un espíritu valiente, a la vez que repleto de dignidad y respeto a los suyos.
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