Laura Vital teje con el flamenco las músicas del Mediterráneo

08/04/16 Flamencomanía David Montes

Cuando uno tiene la suerte de ver, oír y sentir como se construyen los nudos que unen el cante flamenco con otras músicas en una red multicultural donde los abecedarios se escriben en pentagramas, y los signos de puntuación son tempos mimados y queridos hasta el último de sus compases, ensamblando a la perfección las músicas sefardíes, griegas o romaníes en una misma partitura a través de los palos del flamenco, como si de líneas maestras de la piedra roseta se tratasen, lo mejor que uno puede hacer es exprimir y disfrutar hasta el último de los momentos, tal y como ocurrió en la noche de ayer en la Sala Chicarreros en una nueva cita de los Jueves Flamencos que organiza CajaSol en la capital andaluza.

Si a todo lo anterior, se le añade que es una artista como Laura Vital quien protagoniza la noche, presentando un trabajo discográfico gestado en la investigación, la paciencia y la sabiduría musical, por añadidura hasta se encuentra contraprestación más que sobrada a cuantos kilómetros haya que hacer, y a cuantas noches fuera de casa haya que pasar, para contarle al mundo que esto del FLAMENCO es algo que hay que escribirlo con mayúsculas porque estamos hablando de ‘bel canto’ andaluz.

Según confesó la propia Laura Vital “este disco es el mejor parto que puedo tener como artista” y, con el mismo mimo que una madre trata a su retoño, no escatimó en absolutamente nada ni reparó en arrope, contando para la ocasión con toda la escolta musical que han hecho posible durante estos años la producción y creación de ‘Tejiendo Lunas’, que es como ella ha querido homenajear a su abuela, que se dedicaba a la realización de las redes usadas en las distintas artes de pesca que se emplean en el Bajo de Guía guadalquivicero que la vio nacer y crecer como persona y como artista.

Ofreciendo un maridaje musical, donde la guitarra de Eduardo Rebollar es la columna sobre la que se sostiene la artista sanluqueña, se van desgranando uno a uno los temas de un disco que es un auténtico trabajo de investigación sonora de fonemas y enlaces en los que, de forma continua, ya bien sea maridado entre el propio flamenco o en esas otras músicas, durante dos horas de concierto no te acuerdas de mirar el reloj ni una sola vez.

Podríamos decirles que las tonás, deblas y el cierre por siguiriyas de inicio fueron toda una demostración de que no venía a esconderse, que los tangos de ‘graná’ juegan en sus inicios con la música sefardí, que las malagueñas y posteriores zarabandas y verdiales sacaron mas de un ole entre medio del respetable, que la moashara marroquí encaja con la soleá como un guante de la mejor piel vuelta, que se acuerda de los cantes de su tierra entre rosas, alegrías de córdoba, cantiñas y alegrías, que hace una granaína donde juega y coquetea con la música árabe, hasta el punto de que es capaz de impregnarle compás abandolao al remate con una dicción que se escribe de derecha a izquierda.

Tambien podríamos decirles que la canción de los romaníes parece que está realizada en el barrio ateniense de la misma Placa, que los fandangos de Huelva nos hizo recorrer parte del andévalo, que cantó las nanas de Falla y Machado junto a su padre ‘El Caramelo’, en uno de los momentazos de la noche, o que le realizó un homenaje a modo de fin de fiesta, y por bulerías, a la mujer cantaora gaditana que respiró la sal del mar de la bahía desde Juana Cruz (madre de Camarón), pasando por La Perla, María Vargas o La Sallago y así podríamos seguir hasta que nos quedemos sin espacio pero, afortuandamente, lo de anoche, aparte de para contarlo, fue para vivirlo, sentirlo y, sobre todo, recordarlo.

Enhorabuena.

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