Juan Moneo 'El Torta', una vida hecha cante

No podemos despedir peor el año. Si de alguna manera podemos definir este 2013 que está tocando a su fin, exhalando el  último aliento en el día de hoy, es como un año negro para la familia flamenca, especialmente la jerezana. Si no tuviéramos bastante con las pérdidas de Manuela Méndez ‘La Chati’ o la de Antonio Gallardo Molina, nos despertamos con la peor de las noticias posibles el día que finiquita los calendarios. La marcha al reino de los cielos de un artista inigualable como Juan Moneo ‘El Torta’.

Un artista capaz de lo mejor y lo peor en tan solo un segundo, un artista capaz de levantarte del asiento con solo un quejío de su voz, un artista capaz de hacerte ir diez mil veces a uno de sus recitales por tan solo disfrutar un segundo de quién está tocado por la varita de los dioses. Un artista que convirtió en cante su vida, que describió por soleá, tangos y bulerías seis décadas de existencia. En definitiva, un artista que vivió, y así perdurará en la memoria de los tiempos, como un bohemio que guardaba dentro de sí lo que muchos jamás podrán tener: el duende.

Carismático como pocos han llegado a serlo y singular como nadie, Juan Moneo ‘El Torta’ deja un legado donde, desde el  flamenco más ortodoxo hasta la pureza más renovadora o vanguardista, la historia del flamenco le reserva un lugar importante dentro de sus bibliotecas. Capaz de revolverte las tripas por soleá, podía ser cómplice de la guitarra eléctrica, el bajo y la batería o de dedicarle una Bulería a Andrés Calamaro como hizo en la pasada edición de los Viernes Flamencos.

El sol, el mar y los perros vagabundos de la calle van a echar de menos tus preguntas porque te marchaste al alba para encontrarte de nuevo con ese amigo que vive en un jardín de nubes blancas y flores de terciopelo, vas a poder a abrazar a los que ya se fueron y vas a poder compartir de nuevo ratos de cante con tu amigo Camarón como cuando venía a buscarte a la Plazuela a tocarte la guitarra, vas a poder disfrutar de la gloria eterna del olimpo de los dioses del flamenco mientras nosotros empezaremos a vivir a partir de mañana el año 1 de la era ‘Post-Torta’.

Descansa en paz Juan, ya nos veremos allí arriba cuando Dios quiera.