Jesús Méndez pone el 'pescao caro' en la Bienal

Que a gusto se ha tenido que quedar Jesús Méndez después de pasar por el Teatro Central. Dentro del marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla, que "si no es la mejor del mundo le queda poco" como dijo el propio cantaor, se presentaba el heredero del legado 'Paquero', para presentar su tercer trabajo discográfico, de título homónimo, y de paso reivindicar que es uno de los que puede vivir de esto porque lo vale, sabe dónde se mete y, además, sabe darle el sitio a quien tiene al lado.

Cargado de toda la responsabilidad habida y por haber, el Méndez más mairenero que tiene esta casa cantaora jerezana, venía a la corte a presentar sus respetos y demostrar sus galones, y no escatimó en nada. Sabía que tenía que salir por la puerta grande sí o sí, no había otra puerta por la que irse a casa, y no estaba dispuesto a que lo llevaran más que a hombros en la noche de ayer. Y así salió, vaya que si salió.

Los martinetes y tonás de inicio fueron toda una declaración de intenciones de que su afición al flamenco transgrede mucho más allá de su tierra natal. Acordándose de esas fraguas existentes en Triana y, del cante de los Pelaos y los Puyas que hacían partirse las camisas las camisas a los calorrós, terminó apagando el carbón de la fragua como luto por de la muerte de Tomás Pavón, a golpe de nudillo en mesa dando así inicio a un recital de cante que tardaremos en olvidar.

Por alegrías, cantiñas y mirabrás se marchó a la otra punta de la vía que recorre el 'tren del cante'. Bajo un compás de metrónomo que ni el 'protul', y con una guitarra transportada y la otra en su tono tradicional, se marchó a recorrer con su barca los senderos de los cantes que saben a marea y sal, presentando así a toda la escolta que le acompañaba, y que ahora mismo tiene poca rivalidad en el toque, la percusión y el compás.

Junto a Manuel Valencia, su compañero inseparable, devolvió a la vida a la granaína de Tomás Pavón y la media de Frasquito 'Hierbabuena', combatiendo los bajos de estos cantes con toda la dignidad que su torrente de voz le permite. Sin perderle el pulso al programa, muy bien estructurado para mantenernos alerta en todo momento, las bamberas tomaron el testigo. Estos cantes de columpios, otro homenaje a la casa Pavón, le permitieron inteligentemente acomodar la voz para encarar los tientos y posteriores tangos, donde le rindió pleitesía a Pastora y a su tata Paquera, consiguiendo que el incombustible 'Juani de la Algaba' le concediera con un "ole los buenos, Jesús" el giraldillo que más valor tiene: el del público.

Por soleá hizo un alegato a la grandeza de Triana, sin olvidarse de la Serneta y El Mellizo. Con Diego del Morao como escolta, rebuscó en el cante pausado, templado, recto y sin cortes, como Dios manda, consiguiendo atemperarse y no caer en la soleá por bulerías. De sombrerazo ambos. Y por siguiriyas reventaron el Teatro Central. Manuel Torre, Tío José de Paula y remate de la Porverita a Santiago del olvidado Sernita de Jerez fueron los elegidos para el cante y 'Popá Manué' bajo del cielo para escuchar a su Diego. ¿Hemos dicho algo?. Medio patio de butacas en pie. No hay más preguntas, señoría.

Por fandangos de Huelva, tratando de darles aire andevaleño, prosiguió hasta la ría con un estribillo precioso compuesto por Arcángel, que iba acompañando a los aires choqueros donde los estilos más valientes fueron los que mejor le funcionaron, dejando así ya la faena completa y a la que sólo le faltaba la guinda y ahí, por bulerías, Jerez no tiene competencia y menos si tiene en el escenario al heredero de la Paquera y al de la casa Morao, junto al último Giraldillo al toque con sangre terremotera en las venas. Grandes, muy grandes. 

Y ahora detrás que venga quien quiera.

Ficha Técnica
Espectáculo: Jesús Méndez - Lugar: Teatro Central, Sevilla - Fecha: 14 Septiembre 2016 - Aforo: Lleno.
Cante: Jesús Méndez - Toque: Manuel Valencia y Diego del Morao - Percusión: Luis de Periquín - Palmas: Juan Diego Valencia, Manuel Salado y Diego Montoya.