Jerez, Lebrija, Utrera y Mairena pretenden iniciar una ruta flamenca permanente

La casa del flamenco en Sevilla, la sede del Instituto Andaluz de Flamenco en la calle Santa Teresa, número 8 – antigua Casa de Murillo- no sólo sirvió el pasado jueves para acoger la presentación de una parte de la Fiesta de la Bulería de Jerez, donde Mairena, Lebrija y Utrera unirán sus genomas flamencos al de la ciudad anfitriona, sino que se estableció el punto de partida de algo más importante, a la vez que interesante, donde las cuatro poblaciones tengan algo mas que ver entre ellas que una vía del tren del cante (aunque por Mairena no pase la de verdad) o una identidad cultural y artística como parentesco.

Y digo esto porque, tal y como ya ustedes conocen y han podido leer en las páginas de FLAMENCOMANÍA, la reconversión y metamorfosis que va a sufrir el tercer festival flamenco de verano más antiguo de España, tras el Potaje de Utrera y la Caracolá de Lebrija, va a marcar un antes y un después en las relaciones institucionales y culturales de estos cuatro puntos neurálgicos del arte de lo jondo, en lo que podríamos llamar ‘una ruta permanente del flamenco’.

El hecho de que en Jerez vayan a reunirse el próximo viernes día 2 de septiembre, parte de lo que cada una de estas zonas territoriales aportan al cante, el toque y el baile, en su más ortodoxa de las formas, ha servido para que se establezcan puntos de encuentro comunes y nexos sobre los que poder potenciar un motor económico y cultural de Andalucía que, por falta de apoyo, financiación o, simplemente, desidia y olvido, es el mejor embajador que podemos tener frente a posibles y visitantes: el flamenco.

Esas ocho letras, le pese a quien le pese, son conocidas en el mundo entero por mucho que se renieguen de ellas desde estamentos educativos que meten en cajones proyectos de desarrollo de este arte en las escuelas, que permitan difundir desde la base del conocimiento y la docencia la importancia y relevancia que históricamente tiene, ha tenido y tendrá en una tierra que vive a compás, mientras apoyan a editoras de material escolar donde el arte de lo jondo se trata de forma tangencial y tergiversado, y es el motivo por el que miles de personas ponen sus pies en esta tierra andaluza en busca de lo jondo, tanto a nivel de ocio como de formación.

Esperemos que los estamentos políticos sean capaces de generar parámetros sobre los que desarrollar esta ruta flamenca, donde los visitantes no sean víctimas de localismos, más interesados en ver cuanto dinero tiene en la cartera el visitante que otra cosa, y tengan acceso a poder conocer mejor y en su conjunto los motivos que han propiciado que el flamenco haya sido declarado como patrimonio inmaterial de la humanidad, que no es cosa baladí y hay que cuidar y defender a capa y espada porque es la mejor tarjeta de presentación que se puede llevar encima.