Israel Galván finaliza uno de los intensos ensayos que estos días lleva a cabo para desvelarnos algunos detalles del que será su próximo estreno mundial, La Fiesta, en el marco del Festpielhaus de Sankt Pölten (Austria) el 6 de mayo. La expectación es máxima desde que a propósito de su último montaje, FLA.CO.MEN, estrenado en 2014 (y que aún sigue de gira mundial con recientes éxitos como el de Sadler’s Wells en Londres), anunciara que éste suponía “un giro hacia lo desconocido” en su carrera, un “espectáculo-bisagra”, como él mismo definió, entre toda su trayectoria y una nueva forma de concebir su sentido coreográfico y escénico.
Las primeras palabras de Galván sobre La Fiesta, que él mismo ha ideado, dirigido y coreografiado, precisamente hablan de la ausencia de sentido narrativo o argumento, ya que más bien se trata de “un pretexto para reunir a diferentes artistas y darnos la oportunidad de expresarnos en la más absoluta libertad de movimiento sobre el escenario, que cada uno aporte su forma de expresarse, sin ataduras”. Libertad absoluta, pero aire de fiesta flamenca en resumidas cuentas, aunque como apunta Galván, “aludiendo más bien a ese momento cuando los artistas ya no estamos inmersos en el espectáculo y nos expresamos más libremente, sin la presión del escenario, donde cada uno aporta lo que sabe o lo que quiere”. Suena bien, apasiona su forma de contarlo y la mente del que escucha empieza a conformar un puzzle de imágenes posibles y expectación ante lo próximo que veremos de Israel Galván. Por otro lado, el artista Pedro G. Romero, que acompaña al bailaor en la mayoría de sus espectáculos como director artístico y firma esta última colaboración como aparato dramatúrgico, señala que “no son nuevas estas operaciones de Israel Galván, más bien una radicalización de algunos de sus hallazgos en el campo del flamenco, como lo que el flamenco es, una danza moderna y contemporánea, evidentemente”.
En este punto, el bailaor y coreógrafo sevillano profundiza sobre el sentido de La Fiesta añadiendo que “busco sacar a cada artista la fiesta que lleva dentro, sin forzar nada”. De hecho, tal y como recuerda sobre espectáculos como ‘El final de este estado de cosas, Redux’ (2008) o ‘Lo Real…’ (2012) donde bailaba “y jugaba” con los músicos u objetos, ahora estoy mucho más acompañado de artistas que “están sacando cosas de mí que yo ni imaginaba”… Y se hace un silencio cargado de posibles interpretaciones para los demás, mientras Galván queda pensativo y misterioso.
"Un acto de comunión con el baile como vehículo principal"Precisamente una de las novedades de La Fiesta será la de romper las líneas o ideas que tenemos sobre los diferentes artistas que pisarán el escenario, que podrán intercambiar sus papeles, bailando unas veces, empleando su propio cuerpo como instrumento musical o cantando libremente, sin protagonismos claros, apostando por un reparto muy coral, “y global”, añade Israel Galván. Aunque si algo está claro en la idea de La Fiesta es que no se trata de fusionar el flamenco con otros bailes o lenguajes de la danza, “cada artista ha sido reclamado a este encuentro para aportar su gestualidad, su ritmo y expresividad corporal, el murmullo de su tradición, sin fusiones. Por ejemplo, yo antes de ser flamenco era persona, me interesa extraer ese mismo espíritu de cada artista para La Fiesta”, aclara Galván.
Al preguntar al bailaor qué sabor dejará en el público este nuevo montaje, Israel Galván nos responde que “asistirá a un espectáculo en el que los artistas actúan con libertad aunque se sientan observados, sentirán sus vibraciones, sus emociones sin freno, contemplarán a varios artistas hablando otros idiomas, asistirán en definitiva a un acto de comunión con el baile como vehículo principal”.