Fuel Fandango presenta Origen, su nuevo trabajo discográfico

25/01/20 Flamencomanía Laura Piñero

Cuando los componentes de Fuel Fandango finalizaron la exitosa gira de su anterior disco, Aurora, sintieron un vacío difícil de explicar. Seguramente necesitaban silencio, ir despacio, el bosque, curar la grieta, parar la ciudad, visitar lugares físicos y emocionales, reconciliarse con el mundo.

Cristina Manjón, Nita, como en otras ocasiones, decidió hacer la maleta, emprender distintos viajes, como a Cuba, sumergirse en otras culturas, en libros del realismo mágico, esos rincones que tanto inspiran y respiran sus letras. 

Por su parte, Ale Acosta, emprendió los suyos: en busca de nuevas sonoridades que fueran capaces de sobreponerse al mundanal ruido. Escuchar para escucharse. La búsqueda personal como remedio colectivo. Investigar, curiosear, prueba y error para el acierto. Vivir y contarlo, la vida hecha canción. 

De estas nuevas experiencias conjuntas, de la investigación, de la interacción atenta con el otro, lo aprendido a lo largo de los años, de las emociones, nace su trabajo más ambicioso y redondo. Un cuarto álbum de estudio, íntegramente en castellano, donde demuestran que el contacto con la tierra, la consolidación del “yo” interior, la belleza o la música pueden ser el mejor antídoto contra la agresividad de la actualidad.

Su propuesta está impecablemente vestida en unos temas que tienen como esqueleto la percusión africana, la guitarra española, el cajón flamenco y la música urbana. Letras y melodías muestran que el futuro también es pasado, que tal vez a la modernidad solo se sobrevive volviendo al origen.

El nuevo horizonte de Fuel Fandango

La mitología, el simbolismo, la naturaleza, el tiempo, aspectos que siempre han emocionado a Fuel Fandango, cobran ahora, en esta cotidianidad que nos arrasa, vital importancia. Mirar más al cielo, a la naturaleza, para encontrar la felicidad robada. Volver al principio para evolucionar o más bien, para no retroceder. 

También vuelven al origen en lo musical, incorporando sonidos de África. Las percusiones, con una energía primitiva sobrecogedora, ocupan un espacio central en el álbum y se suman a la identidad flamenca y electrónica de la banda. 

Las guitarras españolas desempeñan un papel destacado firmadas por tres de los más grandes del instrumento: Vicente Amigo, Dani de Morón y Rycardo Moreno. 

Las descubrimos junto a grabaciones ambientales reales o pedazos de canciones antiguas de flamenco y copla. Voces secundarias que reviven sobre un fondo urbano con alma, entre aires latinoamericanos o en desarrollos de melodías extraordinarias.  

Con menos rock que en anteriores proyectos, han conseguido un difícil equilibrio entre sonar antiguo y muy moderno. En una producción que firma Ale Acosta -con la producción adicional de Paco Salazar-, invitan a mover los pies y al mismo tiempo a reflexionar, a detener el tiempo, buscar la luz.  

Por su parte, Nita, consolida en el disco su estilo vocal con un punto flamenco y andino muy interesante que bebe de influencias musicales diversas, alcanzando más registros que nunca.

 

Cada canción, un universo

Adentrarse en los distintos temas del nuevo álbum de Fuel Fandango, es descubrir diferentes universos, el refugio emocional del ritmo. La luz y la oscuridad, el dualismo de la vida, cabalga en cada letra. 

Una mujer frágil y poderosa a la vez, resplandece bajo “un manantial de estrellas” en la canción Despertaré. Un tema sobre la infinita capacidad de crear vida y de amar de las mujeres, y que contiene todos los elementos sonoros que definen el trabajo. Despierta nuestro “corazón dormido”, se siente como “una serpiente rodeando tu cuello”. 

Entramos en El bosque como un viaje emocional con tres continentes conectados por el cordón umbilical de la música. Elementos de un bosque real, de una isla remota de Filipinas, nos llevan lejos de aquí. El reloj deja de tener importancia: “mi corazón florecerá, erguido sobre la hierba”. 

O en la fantasía que dibuja Huracán de flores, el color en contraposición al gris de la gran ciudad. El sonido, más pop, te envuelve y te lleva hasta un piano con el que “abro la puerta a la vida que se asoma”. Allí, “Todo lo oscuro, se volverá jardín”. 

¿Estamos solos o más acompañados que nunca? Se lo preguntamos a la brillante guitarra de Vicente Amigo que camina por la hipnótica modernidad flamenca de Estamos solos: “yo soy el tiempo”.  “Todo y nada, agua y fuego”. O a la espiritualidad sin etiquetas que se siente en Por la Vereda. La guitarra se funde con la electrónica en un tema con aire celestial a varias revoluciones: “soñar contigo, un paraíso”.

Para sobrevivir al caos de las nuevas junglas, necesitamos Silencio.  “Todo va demasiado rápido”. “Yo no necesito del tiempo”. “Que alguien me mire sin decir nada”. Miradas que acompañen más que mil palabras huecas. Una grabación antigua de una fiesta flamenca de Jerez entra y sale sutilmente por los rincones de esta pieza hasta sobresalir en el cierre.

La grieta, el contrapunto del disco, envuelta en unos aires más dramáticos, con un sonido más orgánico, cuerdas y batería, es una oda a la alegría y a la libertad: “quiero cantar, fuerte y gritar”. “Quiero borrar las fronteras, para vivir en paz”. 

Cantar para respirar. O bailar para conectar con el origen como sucede en Mi danza, un pegadizo hit, homenaje a este arte, que te libera de las cadenas. El ritmo brasileño frenético, de funk carioca, se completa con las manos galácticas de Dani de Morón que parece tocar la guitarra flamenca del futuro. La diversión, el movimiento, nos conectan con lo que fuimos: “deja que la vida brote donde menos te lo esperas”, “deja que vuelva al origen y que desaparezca el miedo”. 

Un cajón flamenco guía nuestros pasos para poner los miedos Contra la pared, quitarnos el velo de la cara, salir al mundo y corear: “ya podéis empezar a correr”. 

En su conjunto, el último trabajo de Fuel Fandango, Origen, llena vacíos, silencia monstruos. Nos recuerda que la música, desde hace siglos, encarna la esperanza. Despacio, como reza otra de las canciones -con una estructura fuera de lo común, samples urbanos y la hermosa guitarra de Rycardo Moreno-, la ira se transforma en “pájaro negro”. Vuela hasta el otro lado del océano, al origen, en busca de la sensación más hermosa: el amor.

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