Flamenco sin complejos

Jerez, a 4 de marzo de 2020. La jornada de hoy, presentaba en la Sala Paúl una apuesta más que interesante y que, bajo el título de ‘En mis cabales’, la compañía que dirige Jose Galán deja constancia que el mundo del cante, el toque y el baile no conoce límites ni barreras más allá de los que cada uno se quiera poner.

Un demasiado habitual concepto de normalidad y estandarización donde, desafortunadamente, queda excluido cualquier carrera de meritaje que contienen una carga de ilusión y trabajo encomiables, es la columna vertebral de todo cuanto ocurre en la hora y media aproximadamente de este espectáculo, que comienzan con una voz en off de Jesús Quintero y que contó con la colaboración especial de Manuel Molina en la tarde de ayer.

Rindiéndole homenaje a aquellos grandes artistas discapacitados como pudieron ser Enrique ‘El Cojo’, La Niña de la Puebla o La Sordita, José Galán nos hace cuestionarnos muchos estereotipos que encorsetan nuestra mirada, llevándonos por los caminos de los palos del flamenco donde, por ejemplo, baila una soleá donde un sombrero cubre su rostro casi en todo momento, Vanessa Aíbar revive a La Sordita en una guajira preciosa donde juega con hasta cuatro abanicos y los silencios de cante y toque nos ponen en el lugar de la bailaora.

Para este montaje, José Galán cuenta con dos personas con síndrome Down que viven en dos universos dancísticos distintos. Por un lado, un lirico Helliot Baeza es el encargado de poner en movimiento los campanilleros de La Niña de la Puebla, que complementa con cascabeles en sus manos y pies y que están llenos de plasticidad y, por el otro lado, la bailaora Reyes Vergara le marca el paso al garrotín que le cantan Paco El Trini e Inma La Carbonera.

Enrique El Cojo, como no podía ser menos, vino encarnado en un José Galán que se convirtió en el bailaor cacereño y le da un giro al baile tradicional de interpretarlo al intercalarle unas sevillanas con alegrías en la salida del baile, donde participan los cuatro protagonistas de la punta, el tacón y la zapatilla antes de pasar a dos pasos a dos por parejas donde ellas entran juego de compartición de un mantón en unos aires abandolados por verdiales y ellos ponen sobre las tablas unas siguiriyas donde flamenco y lírica juegan papeles tan distintos como cercanos, como cercanas y personales fueron las bulerías con las que Manuel Molina puso la guinda a este espectáculos donde los complejos es a lo único que no le está permitida la entrada.

David Montes
@Flamencomania