El calor de las manos de Diego del Morao

Ficha Técnica:
Espectáculo: Recital de Toque – Artista: Diego del Morao – Percusión: Israel Suárez ‘Piraña’ - Lugar: Palacio Ezpeleta (Pamplona) – Ciclo: Flamenco On Fire 2021 – Fecha: 29 de agosto de 2021 – Aforo: Lleno

Pamplona, a 29 de agosto de 2021. El Festival Flamenco On Fire encara su recta final con la guitarra como protagonista y las manos de Diego del Morao fueron el bálsamo que dio calor al Palacio Ezpeleta en como última entrega de este espacio escénico a un público que ha agotado todas las localidades durante los cinco días en los que el flamenco viaja al norte durante los últimos días del mes de agosto.

Arropado por Israel Suárez ‘Piraña’, Diego del Morao dejó patente en el espacio escénico que en sus manos no sólo hay guardado un legado que es historia del flamenco por derecho propio, como tuvimos oportunidad de comprobar – a pesar del frio que le dio por visitarnos al caer la tarde-, sino que también es uno de los tocaores que mayor arco musical tiene actualmente en esto de lo jondo. Y es que pocos como el son capaces de llevarnos en volandas hacia un mundo imaginario, donde el compás tiene razón de ser en las formas y maneras características que tiene esta dinastía tocaora a la hora de afrontar los rajeos, por ejemplo, o de buscar la tierra a contratiempo.

De esta manera, el heredero del soniquete que es banda sonora, santo y seña del barrio de Santiago de Jerez, nos ofreció una sesión de toque donde el pentagrama familiar fue el protagonista. Revisitando y actualizando falsetas tanto de su padre ‘Moraito’, como de su tío abuelo Manuel Morao y algún que otro guiño a su abuelo Juan Morao, el público asistente disfrutó de lindo ante la sesión de compás, soniquete y complicidad que ofrecieron ambos artistas en los palos más ‘festeros’ como las bulerías o los tangos.

Y sin darnos cuenta lo rápido que pasa el tiempo cuando se disfruta, con Diego del Morao y ‘El Piraña’ disfrutamos del maridaje de la seguiriya con la bulería, la complicidad con los tangos o la solemnidad de la reina de los cantes con el silencio que ofrece un público ávido por seguir absorbiendo este maná jondo que les llega cada agosto desde hace ocho años.