El universo flamenco de Andrés Marín

Tras su estreno en la pasada ‘bienalita’, Andrés Marín llegaba al principal espacio escénico de Nimes para dar continuidad, en este festival flamenco, a una carta en blanco donde poder expresar el universo flamenco que pasa por su mente bailaora, respondiendo preguntas que recorren al mismo tiempo los caminos de la ortodoxia y la vanguardia, de lo contemporáneo y lo tradicional, maridando lo añejo con lo moderno desde el primer instante, sumergiéndonos dentro del argumento de la misma manera que catamos una fruta y cuanto más la saboreamos más nos gusta.

Apostando por cantes básicos con un fondo eléctrico y percutor a base de batería, guitarra eléctrica y flamenca, en los que un caos aparente va cobrando forma y orden, conforme va pasando el poco menos de hora y media de escritura de punta y tacón, Andrés Marín deja los prejuicios y las censuras en casa y, a golpe de pregones, tonás, corridos, pregones, farrucas, siguiriyas, cañas, soleá y soleás apolás, va dándole forma a un espectáculo que permite al espectador componer una idea personal y propia de lo que está ocurriendo en escena, dejando que el baile fluya según sea Manuel Valencia o Segundo Falcón quien entre en acción, a los que en algún pasaje se suma el propio Andrés Marín recordando sus inicios cantaores.

El bailaor sevillano es un avezado innovador de conceptos flamencos, eso no lo vamos a descubrir ahora, como tampoco hace falta recordar que no es desconocedor que para poder avanzar hay que tener una cimentación sólida y Carta Blanca una prueba más de que se puede evolucionar y que el flamenco es un arte vivo. Hasta tal punto es así, que es capaz de sacar a relucir con botines o descalzo, a golpe de guitarra eléctrica, batería o platillos, esos detalles que te indican esa solidez, cargando de pasado el futuro, simplemente colocándose un sombrero de ala ancha o reclamando para su baile el cante en su más ortodoxa de las formas.

Carta Blanca es un libro que tiene múltiples argumentos que cada vez que lo presenciemos tendrá un argumento y un final diferente porque entran en juego con el estado de ánimo del espectador, busca despertar inquietudes y no te deja indiferente.

No se lo pierdan.