El Torta le canta a su amigo Andrés Calamaro

Noche oscura en Jerez. De pronto, una figura blanca, como salida de un cuadro de Zurbarán, se destaca en la negrura de la noche. Sentado al fondo, lejos del escenario, sereno, Juan Moneo aguardaba el momento de su actuación. Mientras tanto, en otro punto del planeta, el cantante Andrés Calamaro se enteraba de la actuación de El Torta a través de masjerez, único medio de comunicación que transmitía en directo para todo el mundo los viernes flamencos de Jerez.

Nada más tuitear masjerez: “El Torta, escúchalo en directo ahora desde Jerez”, Andrés Calamaro respondía con una sola palabra en su cuenta de twitter: “Duende”. De ello hicimos partícipe a EL Torta, que comenzó a animarse. Por su parte, el cantante argentino volvía a escribir en twitter: “estoy muy honrado con tu amistad, Juan… Espero escucharte cantando en tu tierra un buen día”. Y todavía envió un tuit más: “gracias por el privilegio de tu arte y tu amistad, querido Juan. El arte es Dios. Que viva El Torta de Jerez”.

Pasada la medianoche, El Torta se subía al escenario del patio del Alcázar de Jerez. Cantó por alegrías, soleá y fandangos. Y al llegar a la bulería se acordó de su amigo Andrés Calamaro, a quien le dedicó el cante.

El Torta y Andrés Calamaro se conocieron en la sala Clamores de Madrid en marzo de 2012, como recuerda el argentino en su blog. Tras escucharlo cantar, Andrés Calamaro describía a Juan Moneo ‘El Torta’ como “el más grande de los cantores de Jerez, el más expresivo, el más bohemio, el más entregado, el más desgarrador, el más puro”.

Calamaro confesaba que “quedarse en fila cero escuchando -y mirando- a Juan cantar, es un terremoto divino de inspiración y verdad. Mucho más que cantar. Cantar con las manos, con el pecho, con los dolores del cuerpo y el alma”. Incluso se prometieron cantar y grabar juntos. El músico argentino descubrió en El Torta el arte vivo: “a veces salgo a buscar el arte de verdad, y no siempre cuelga en las paredes de un museo, ni se puede leer en un libro, ni escuchar grabado”. Esa noche en Clamores ha quedado grabada para siempre en la memoria de Andrés Calamaro, que la recuerda como ‘midnight en Paris’: “se vino el mundo abajo/se vino el mundo arriba/escuchando quebrarse el alma del cante”.