El oscurantismo del poder

03/07/17 Flamencomanía Antonio J. Benítez - Presidente PF Enrique El Mellizo

Desde tiempos de la Dictadura, la historia cultural de Cádiz la han escrito las asociaciones y aquellos gaditanos que contribuyeron al renacimiento del movimiento flamenco, asimilando por supuesto los frutos de quienes nos precedieron, dándolos a conocer y elevando toda aquella herencia a  nuevas cimas.

Se cumple el próximo 23 de julio el 45 aniversario de la creación de la Peña Flamenca Enrique el Mellizo. Desde aquel verano de 1972, entendimos, por un lado, que el patrimonio y la memoria de la Cádiz flamenca eran elementos básicos del desarrollo cultural, y de otro, que ante el último siglo que se presentaba, no íbamos a servir al poder, sino a convertirnos en los agentes culturales de una sociedad que reclamaba una mayor capilaridad social y un eficaz compromiso comunitario.

En estos años hemos puesto de manifiesto que la Peña ha sido clave para la configuración de una ciudadanía más comprometida, y cuantas actividades culturales hemos elaborado en estos nueve lustros (festivales, certámenes, semanas culturas, enseñanza, circuitos, recitales, conferencias, publicaciones, etc.,), nos sentimos orgullosos de haber difundido la realidad territorial de Cádiz y su provincia, de preservar nuestras energías autóctonas, nuestra capacidad creadora, y de incorporar a ella nuestras creaciones inéditas, pero también de haber proclamado la mayor cultura flamenca de nuestro territorio: la libertad.

Hasta aquí han sido 45 años que son conocidos por todo el mundo de la cultura universal. Pero los hechos acontecidos en las últimas fechas en contra de la Peña Flamenca Enrique el Mellizo que me honro en presidir, han asfixiado a la entidad, que se ve abocada a la mayor de las desolaciones porque Ayuntamiento de Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz y Junta de Andalucía han mostrado la medida de su grandeza incumpliendo lo comprometido para los Jueves Flamencos de 2016, de los que aún debemos a los artistas participantes la mitad del caché, además de excluirnos de todo tipo de apoyo para la celebración de la edición de 2017, imposible de celebrar ante esta villanía que, con el sostén además de la Fundación Cajasol, no ha sido gestada desde el rigor y el apoyo a la cultura, sino desde la vergonzosa tiranía del olvido y el poder del dinero. 

Sólo una indecencia como la de estos nuevos señoritos podía querer destruir lo creado durante 38 años. Y se comete, además, sin más explicación que la práctica de una política oscurantista en relación al flamenco y a sus artistas; de falta de claridad en los criterios de selección tanto para sus programaciones como para otorgar  subvenciones nacionales e internacionales, y de derroche de capital a favor de esos pocos privilegiados que tienen monopolizado el sector.

Pero se equivocan. Y yerran porque parten de una premisa injusta y falsa. Un peñista no es un cavernícola, ni un borracho de taberna, sino un agente socio-cultural y parte organizada de la sociedad que, aun no siendo Administración Pública ni Fundación, también tiene objetivos de intervención en la sociedad, objetivos sanos y en los que no predomina el interés político y menos aún la tentación de instrumentación.

Nuestros dineros, por último, son cortos para afrontar nuestros objetivos, pero nuestra experiencia es larga, muy larga, tanta que seguiremos luchando (al igual que en la Dictadura), porque el oscurantismo del poder no nos impida seguir difundiendo las esencias del flamenco como patrimonio cultural, con el convencimiento además de que el futuro será quien sancione a aquellas autoridades que dejaron de ser legítimas cuando renunciaron a servir a la sociedad.

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