El pasado domingo estábamos citados en el Teatro Lope de Vega para ser testigos y fedatarios del un duelo de primas y bordones. En el espacio escénico sevillano se daban cita dos guitarras que son oriente y occidente en el flamenco de Jerez, o más bien de Jerez y Madrid, Diego del Morao y Antonio Rey, Antonio Rey y Diego del Morao, quienes volvían a subirse juntos – que no revueltos- a un escenario, tal cual lo podíamos vivir en el mes de julio en el Alcázar de Jerez.
Definido en el programa de mano este envite como '' una viña de la que provienen racimos genealógicos en cuya fruta encontramos el sabor añejo y aroma rancio, inconfundibles del arte con denominación de origen'', dos guitarras y cuatro manos – y un acople casi continuo- nos proponían dejarnos llevar por universos y sonidos diferentes.
Por un lado, Diego del Morao, como paladín de la casa tocaora a la que pertenece, hizo bueno aquello de 'tal palo, tal astilla' y su toque más que sabor tuvo color. El de su abuelo, el de su tío abuelo y, sobre todo, el de su padre. En sus manos tiene un arco musical inmenso capaz de transportar el aroma morado de su casa allá por donde navegue en el mástil de la guitarra. Ya bien sea por tarantos, en la seguiriyas transportadas, los tangos o, por supuesto, en la bulería, donde el soniquete made in Morao puso al respetable en pie. Son pocos los que están tocados por esa varita de hacer sonar la bajañí sólo bajando la mano. Y él puede porque lo tiene.
Por su parte, Antonio Rey hizo una demostración de que la guitarra de concierto no necesita rodearse de sextetos, tercetos o los 'etos' que ustedes quiera para brillar. Camisa blanca, remangada, corbata negra y guitarra en mano, durante más de una hora no necesitó escolta para dejar un concierto impecable de fuerza, de técnica y de toque. ''Las da todas'' se escuchó en el patio de butacas mientras ofrecía un programa compuesto por tarantas, farrucas o bulerías – dedicadas al también tocaor Salvador Gutiérrez presente en la sala-, amén de otras piezas de su composición como la dedicada a su hija 'Alma' o un bolero para el que se arropó de Manuel Urbina como segundo de a bordo.
Nos hubiera gustado verles juntos en algunas piezas y no por separado pero, sólo al final, en una rumba ''que casi hemos mirado en el camerino porque no ha habido forma de quedar este verano para vernos'' fue la única oportunidad que tuvimos de ver ambas guitarras sonando a la vez. Cada una con un sello, con un genoma y llevarnos para casa lo que pudo ser una noche perfecta y para el recuerdo si no hubiera sido por mor de un imponderable que quiso estar continuamente presente en el espectáculo sin estar invitado al mismo.
Esta vez los duendes del flamenco no pudieron cazar o encontrar un continuo acople que deslució en muchos momentos cuanto sucedía. Y lo que podía haber sido un espectáculo para el recuerdo quedó difuminado por un duende que no estaba invitado al espectáculo pero que también quiso ser protagonista.
Nos habíamos prometido no hablar el sonido en esta Bienal. Dejar la técnica a un lado, pero nuestro gozo en un pozo.
Ficha Técnica:
Espectáculo: Guitarras de Jerez - Artistas: Diego del Morao y Antonio Rey - Lugar: Teatro Lope de Vega - Bienal de Flamenco de Sevilla - Fecha: 23 de septiembre de 2018 - Aforo: Lleno - Guitarra: Diego del Morao, Antonio Rey, Fernando Carrasco y Manuel Urbina - Palmas: Juan Grande y Juan Diego Valencia - Percusión: Ané Carasco.
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