Dolores Agujetas expone la génesis del cante jerezano en el festival Flamenco On Fire

Ficha Técnica:
Espectáculo: VIII Flamenco On Fire - Ciclo: Patios, balcones y calles - Lugar: Palacio Ezpeleta (Pamplona) - Fecha: 26 de agosto de 2021 - Aforo: Lleno
Cante: Dolores 'Agujetas' - Toque: Domingo Rubichi

Pamplona, a 27 de agosto de 2021. El Palacio Ezpeleta se estrenaba en la jornada de ayer dentro del festival Flamenco On Fire de este año acogiendo a una artista en el que el cante más visceral es su carta de presentación continua. Dolores de los Santos Bermúdez ‘Agujetas’ (Jerez, 1960) era la encargada, junto a su primo Domingo de los Santos ‘Rubichi’ (Jerez, 1970), de poner sobre la mesa que la génesis del flamenco tiene el color moreno como uno de sus caracteres diferenciadores. Y así fue.

Sin perder la línea a la que nos tiene acostumbrado esta casa cantaora que es heredera de un genoma completamente identificable desde el primero hasta el último de sus fonemas, Dolores ‘Agujeta’ realizó un recorrido que forma parte de la discoteca de cabecera de cualquier aficionado flamenco. No obstante, por tientos tuvo tiempo de acordarse de las cadencias chaconianas y por tangos se nos marchó hasta Málaga con la Repompa de la mano.

Bajo el escudo protector que le ofrecía su primo Domingo al toque por soleá, el cante de Manuel Torre pero bajo el aroma y el sabor ‘marca de la casa’ fue el protagonista al igual que en las dos tarantas en las que ‘el genio de la Plazuela’ fue el que puso norte y guía a la brújula vocal de Dolores Agujetas, si bien en la soleá por bulerías posterior a la collera de fandangos si que tuvo tiempo de recordarnos también las formas y maneras de Juaniquí y Carapiera, antes de entrar dentro de el universo en el que mejor se desenvuelve: la seguiriya.

El cante por seguiriyas en el flamenco que lleva implícito en la masa de la sangre la casa ‘Agujetas’ suena ‘diferente a todo’. Es especial. Su abuelo ‘El Viejo Agujetas’ y su padre Manuel ‘Agujetas’ crearon un legado que encuentra dignos herederos en las generaciones futuras. En este caso, con un Domingo Rubichi asido al brazo de Javier Molina, nos dejaron el mejor momento de una tarde que empezaba a buscar la noche y no había mejor cante que el que tiene el dolor presente como razón de ser para empezar a buscar el epílogo.

Con la carcelera de Pepe de la Matrona y la bulería corta del barrio de Santiago de Jerez, con su clásico ‘tápame’ incluido, Dolores Agujetas ponía la guinda a un recital donde el cante más racial fue la nota dominante de una artista que es el claro ejemplo de cómo la transmisión oral ha sido, es y será la mejor herramienta de la que ha podido servir el flamenco para conservar su propio legado por los siglos de los siglos.