''Conocer la droga ha sido el error más grande de mi vida''

Lo que pudo ser y no fue. Así, sin lugar a dudas, debería titularse algún día la biografía de Joaquín Jiménez Domínguez ‘Salmonete’, quien redime sus penas y pesares en un micro documental que nos envía a FLAMENCOMANIA su productor Julián Azcutia, quien tras pasar varios años estudiando fotografía en Jerez y graduarse en Sevilla en Comunicación, busca acercarse al cine a través de este trabajo.

Joaquín Jiménez Domínguez ‘Salmonete’ (Jerez, 1962) es, probablemente una de las voces más brillantes de cuantas haya dado el flamenco de Jerez. Cantaor del Barrio de San Miguel, su currículum vitae artístico sea de los más precoces de cuantos se conocen en la tierra borborea. A los 15 años, él dice que 13 en el documental que pueden ver en esta noticia, se alza con el primero de los premios del Concurso Nacional de Arte Jondo ‘Antonio Mairena’, consiguiendo poner de acuerdo a un jurado que llevaba cinco años dejando desierto el máximo galardón. ‘’Canta como un viejo” espetó el propio Antonio Mairena aquel día.

El concurso de Mairena, y el premio que obtuvo, le llevó a ser conocido por media Andalucía y formar parte de los festivales de verano más importantes. Aún sin la mayoría de edad, compartía escenario con Antonio Díaz ‘Fosforito’, Juan Peña ‘El Lebrijano’, José Monge ‘Camarón de la Isla’, Francisca Méndez ‘La Paquera’, Antonio Núñez ‘Chocolate’, entre otros grandes del momento.

Tras ese despegue profesional que ya lo quisieran para sí muchos actualmente, en el año 1989 se alza con los premios Manuel Torre (por unanimidad del jurado), Niña de los Peines y Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, por aquél entonces considerado como el más importante de todos cuantos se celebraban.

Confiesa en el micro documental, mientras se prepara para ir a cantar una saeta una tarde de Jueves Santo en Jerez, que “el error de conocer la droga ha sido el más grande que he cometido en mi vida”. Ese mal endémico que azotó y azota el flamenco llamó a su puerta “por mediación de la gente de la zona donde me he criado. La vida me ha tratado bien y mal, y al bien no lo he recibido con cariño”.

Absolutamente consciente de que aquel niño que empezó “cantando los fandangos de  Juan el de la Vara que escuchaba en las máquinas de discos de los bares” aún le queda algo por decir en el mundo del flamenco, su particular visión de Dios le dice que “le demuestre a la gente quien es aún y que el 'Salmonete' no muere nunca”. Con la esperanza de ver aumentada su discografía, el cantaor jerezano deja intuir que está o tiene en proyecto meterse de nuevo en el estudio.