Conexión transportada

Con un minuto de silencio, en memoria de Francisco Sánchez Gómez ‘Paco de Lucía’, se echaba a andar una nueva jornada del Festival de Jerez en el Palacio de Villavicencio del Alcázar de nuestra ciudad. En su salón noble, nos esperaban Jeromo Segura para dar continuidad a un ciclo de cante que abandona en esta ocasión las tierras borboreas y acoger al ganador de la Lámpara Minera 2013, del concurso de Cante de la Unión y que, según confesaba en la rueda de prensa del día anterior, venía dispuesto a “echar las asaduras en Jerez, porque es una ciudad a la que respeto y tengo mucho cariño”.

Con ese respeto y esa ilusión, el cantaor choquero no quiso perder el tiempo y, con la guitarra transportada de Salvador Gutiérrez, empezó una soleá que tuvo en Triana su epicentro. Los cantes del zurraque y la valentía de Jeromo Segura, fueron cobijados por una sonanta que al oído no ofrecía la enjundia necesaria para la reina de los cantes, y el esfuerzo no encontró la recompensa que se merecían. Con lo fácil que es tocar por derecho, limitándose a acompañar y no querer se mas protagonista que quien debe serlo, flaco favor le hacen al flamenco quienes fuerzan este tipo de situaciones de forma continua.

Una pena que durante toda la actuación, la guitarra actuara de esa manera, desluciendo el conjunto. En Jerez, las excentricidades están de más por cuanto tienen de innecesarias, desviando la atención del respetable a encontrar puntos de conexión, por muy bien que lo esté haciendo el cantaor como ocurriera en el caso de los tangos, donde Cádiz y la bahía eran argumentos más que necesarios para acordarnos del toque clásico, con un soniquete de metrónomo que aportaban Los Mellis.

En las siguiriyas, trianeras en su inicio y ‘tiojuanichimanijeras’ en su final, tomaron los senderos acústicos de la guitarra clásica y consiguieron ser de las intervenciones más destacables y así lo entendió el público y, acto seguido, las cantiñas tomaron el relevo, incorporándoles segunda voces y una estructura en formato moderno y acorde a la tendencia del flamenco con apellidos.

Como ganador de la Lámpara Minera del pasado año, las referencias al levante tenían que estar presentes como era de esperar. Empezando con la minera que le sirvió para alzarse con la victoria, una murciana y un remate con otra minera de Pencho Cross, fue otro de los momentos interesantes de la tarde, al igual que las bulerías de Cádiz con las que el aire rancapinero iniciaron el comienzo de una despedida.

Para finalizar, unos fandangos de Huelva, recorrieron la geografía choquera como paso previo a una coplería de cierre donde los documentos que Fernanda y Bernarda pidieron prestados a Los Panchos y el tango Volver de Gardel finiquitaron una actuación en la que el cante tuvo que estar mas pendiente del toque que de otra cosa, cuando debería haber sido al contrario.