Una cata eno-flamenca en la que el cante se bebe y el vino se escucha

18/09/21 Flamencomanía David Montes

Jerez, a 18 de septiembre de 2021. Si San Pedro bajó del cielo y le dio la llave a Jerez, para el cante y para el vino bueno, no fue por casualidad. Y si no que se lo digan a quienes, en la tarde noche de ayer, se dieron cita en el ‘chill out’ de La Tapería de Bodegas Fundador, donde tuvo lugar la segunda de las jornadas que tenía preparada la Cátedra de Flamenología y Estudios Folklóricos Andaluces dentro de la efemérides del 40 aniversario del fallecimiento de Fernando Fernández Monje ‘Terremoto de Jerez’.

De la mano de José María Castaño, y gracias a Bodegas Fundador, con acceso libre y gratuito hasta completar el aforo (previa reserva), tuvo lugar una ponencia en la que volvía a refrendar que el cante flamenco y el método de elaboración y crianza de los vinos del Marco de Jerez tienen mucho que ver uno con otro. A través del cante de Fernando Fernández Monje ‘Terremoto de Jerez’ (Jerez, 1934-1981), y las variedades fino, palo cortao y cream de la gama Premium de Harveys (Bodegas Fundador), medio centenar de personas fueron testigos de que “el cante se puede beber y el vino de Jerez se puede escuchar”.

“Fernando Terremoto es el cante de Jerez con todas sus llagas y todos sus caireles” como bien definió José María Castaño al homanejado del ciclo haciendo suyas las palabras del Manuel Ríos Ruiz (q.e.p.d.) y a través de la soleá por bulería y la bulería pa’ escuchar el vino fino fue el protagonista. Un vino cuya crianza oxidativa juega a caballo entre dos universos al igual que el velo en flor hace de barrera meridiana entre el oxígeno que le da vida a “uno de los vinos blancos más secos del mundo”. Un cante que, escoltado por Manuel Morao, nos transportaba a esos momentos en los que la fiesta se atempera, la calma se vuelve tensa y el duende sale por los rincones más insospechados.

Por seguiriyas le llegó el turno al palo cortao, un vino “salvaje y rebelde”, al igual que esos grandes cantaores – como fue el caso de Terremoto de Jerez- que hicieron grande el cante del dolor más presente y lacerante a compás de cinco por ocho. Junto a Manuel Parrilla, pudimos volver a recordar pasajes televisivos de Terremoto de Jerez en una colección de letras en las que dejó patente de corsos de su formalísima manera de ejecutar este cante. El gusto a madera y el retrogusto almedrado de uno de los grandes vinos de la casa Harveys – cuenta con numerosos premios internacionales este palo cortao- no podía tener mejor compañero de viaje.

Y por último, como tercera y última escala de la cita, la amalgama que se dan cita en el paladar cuando se tiene la oportunidad de probar un cream que “lo toma hasta la reina de Inglaterra” encontró acomodo en un cante que es la expresión más intrínseca de los sentimientos del ser humano: el fandango. Y como Terremoto de Jerez por fandangos naturales tiene “poco o ningún rival”, arropado por Juan Morao al toque, con su cante nos despedía José María Castaño en una cata maridaje donde no sólo conocimos algo más de la vida de este genio del cante de Jerez, sino también de una tierra que por cada septiembre es capaz de renovar el boto que tiene con la tierra albariza a través de su vendimia y los procesos de elaboración a través del sistema de criaderas y soleras de unos vinos que “no son mejores que ningún otro, pero ningún otro vino es mejor que los que tenemos en Jerez”.

 

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