Cante, toque y baile en clave de seis

04/03/13 Flamencomanía David Montes

Los espacios íntimos y minimalistas están siendo una constante en este Festival de Jerez, donde está prevaleciendo el buen toque, cante y baile por encima de cualquier otra distracción que descentre lo que se quiere llevar sobre el escenario, el flamenco, y la noche de ayer no fue una excepción en el cuarto estreno absoluto que nos traía el Festival de Jerez.

Ya nos anunciaron los artistas durante la rueda de presenta que, durante los tres meses de trabajo que duró el montaje, la obra se centraría en seis personas que llevarían a escena seis movimientos, seis sensaciones, seis estados de ánimos, seis sentimientos humanos donde la serenidad, el contento, la tristeza, el júbilo, la resignación y el encuentro, tendrían un abanico de palos flamencos donde encontrarían su sitio.

El primer movimiento, la serenidad, trajo a la farruca y a los cantes de ida y vuelta consigo. Con el inicio de una bambera por parte de Esperanza Fernández, le siguió una silenciosa farruca por parte de Javier Barón, acompañado solo con el contrabajo de Manuel Calleja, abrochando la secuencia unas colombianas llenas de musicalidad de Manolo Franco.

Para el contento, fueron los aires de los puertos por alegrías y cantiñas donde se desarrolla el pasaje, mostrándonos a una cantaora que también sabe bailarse por Cádiz y un acompasado Javier Barón que le bailó al cante entonándonos para el plato fuerte que nos tenían preparado.

La tristeza, donde el miedo, la desesperación, la angustia y el llanto llegaron de unas siguiriyas de Manolo Franco, le pusieron la guinda de forma magistral los martinetes que hicieron, mano a mano, Javier Barón y Esperanza Fernández.

La resignación tuvo a los romances y soleá como columna vertebral que, además, estuvo aderezada por la música enlatada de Enrique Morente, a la que le bailó Javier Barón pasando Esperanza a tomar el relevo del cante con un Manolo Franco que estuvo en su sitio toda la noche.

El quinto pasaje traía lo negro, lo español, lo cubano, lo gitano y… hasta lo marciano, en un reencuentro que empezó con una guajira de Manolo Franco con un arco musical impresionante, a la que le respondió con un soberbio solo de caja José Carrasco antes de entrar en una vidalita con versos de San Juan de la Cruz y proseguir con un paso a dos entre cantaora y bailaor con unas habaneras casi metidas en boleros. El colofón lo trajo unos tientos donde el amor fue un no sé donde, que llega no se sabe como y mata no se sabe con qué y que acabaron en una rumba que abrochaba todo el espectáculo.

El último de los pasajes, resumía a modo de recuerdo todo lo acontecido durante los cinco anteriores donde, lo mejor, siempre emociona, resplandece y brilla aunque pase el tiempo. Así, con la voz en off de José Luis Ortiz Nuevo quien cubría, magistralmente, cualquier movimiento y tiempo muerto entre las transiciones de las escenas, tanto de forma coral como individual, cada uno de los artistas integrantes del plantel que dejaron sus credenciales de por qué están en la primera línea del panorama nacional y, destacar a alguno por encima de ellos, sería ser injustos con el resto, quienes nos regalaron un mix donde los tangos cambiaban sus compases por bulerías según cantara Esperanza y bailara Javier y al revés.

David Montes
@Flamencomania

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