Cante sin conservantes ni colorantes (Cap. II)

Segunda sesión de cante sin conservantes ni colorantes que acoge el Palacio de Villavicencio en estos días en los que Jerez se llena de flamenco. Al igual que la cita previa, dos artistas locales eran los encargados de protagonizarla. De nuevo oriente y occidente borboreo. Uno de la plazuela y otro de Santiago.  Por un lado, José de los Camarones, acompañado por su hijo Manuel a la guitarra y, por el otro, Manuel Borrico, que se escoltó de otro autóctono del Barrio de Santiago como es Antonio Jero como escudero de su intervención.

Dos mitades de nuevo que comenzaron con apertura de plaza plazuelera. Jose de los Camarones fue el encargado de romper el hielo con tonás, la grande y la chica, de corte trianero con aroma pelao. Una malagueña sin pararse siquiera a respirar fue la intro a una ronda de abandolaos de contenido verdialero y rondeño. Por siguiriyas, José de los Camarones consiguió arrancar los mayores aplausos y, al ver que le encendieron la luz de la sala, creyó que había terminado su parte se despidió de los presentes a los 20 min. de participación. Esperemos que no vuelva a pasar.

Por su parte, Manuel Borrico llegó con la responsabilidad de la casa cantaora a la que pertenece. Su abuelo es un Dios del cante jerezano. Tío Gregorio Fernández 'Borrico' y sus formas cantoras es el mayor legado familiar y ello fue lo que se encargó de defender. El cante afrijonao. Corto y directo. Por tonás, se partió los huesos como se rompen los piñones y remató con el tradicional envite el que se citan la muerte y la debla. Prosiguió por siguiriyas, donde tiró de manual jerezano. Tío José de Paula yel Marrurro. Antonio Jero le dió respiro con la tradicional falseta de Javier Molina. Unos largos Tientos y tangos (camaroneros) fueron antesala de una soleá con la que le rindió tributo al legado familiar, al igual que con las bulerías de cierre. 

Por cierto, sería interesante que los organizadores indicaran al público que el Palacio de Villavicencio no es un lugar donde se puede hacer lo que te de la gana. La organización debe velar por que haya unas condiciones mínimas para escuchar el cante. La entrada no es precisamente barata y, quien quiera charlar con el de al lado o dormir al niño tiene otros espacios en Jerez. No se si me explico. No todo vale con tal de vender una entrada. Los artistas se merecen un respeto que ayer no tuvieron.