Cádiz impregna de olor a salitre caletero el Hotel Triana

El Hotel Triana se llenó anoche de olor a salitre. Del de la Caleta. De otro lado no. Del de allí. De donde por la tarde en verano se juega a la 'lotería'. Del que hay en la Tacita. Sí. Del de Cádiz. De donde se combate la alegría a golpe de pasodoble, cuplé y tango. Y también a golpe de soleá, seguiriyas, bulerías, tanguillos, malagueñas, canasteras y cantiñas. De allí de donde venían anoche a Sevilla sus flamencos. De allí de donde llegó a la Bienal una cohorte de embajadores del cante, el toque y el baile donde el flamenco más cabal tiene uno de los vértices fundamentales.

Y pasó lo que tenía que pasar. Que formaron un lío. Y además de los importantes. Encantados de haberse conocido, la fiesta no sólo estuvo en el escenario cuando empezó el espectáculo sino que, desde que cruzaron la puerta de la corrala que hace de espacio escénico esta Bienal al lado del Cachorro, capitaneados por Rosario Toledo como jefa de una pléyade compuesta por Juanito Villar, David Palomar, El Junco, Ana Salazar, José Anillo, Anabel Rivera, Edu Guerrero, María Moreno, Juan José Villar, Roberto Jaén, Oscar Lago, Periquín Niño Jero, Rafael Rodríguez, Juan José Villar y Samara Montañés, lo único que teníamos claro es que cualquier cosa podría pasar. Y pasó.

La capacidad que se tiene en ese rincón de Andalucía para meterse al respetable en el bolsillo es innato. A ellos y a nadie más hay que agradecerles que viviéramos una velada de flamenco donde los libros se quedaron en la biblioteca y lo único que importaba era el cante, el toque y el baile. ''Para la próxima no bailo por seguiriyas en este espectáculo'' nos dijo Edu Guerrero al finalizar el mismo, a quien ''no pararon de contar chistes y de formarla'' mientras estaba en una escalera donde era imposible ''ponerse serio para meterse en este cante''. Genio y figura. Cádiz es así. Capaz de sacarle la sonrisa a un inspector de Hacienda lápiz en mano si se lo proponen.

Gracias a ellos, a todos ellos, ayer nos fuimos felices para casa. Esta Bienal está soltando a cuentagotas el flamenco y se agradece que, de vez en cuando, estos soplos de tradición, de jondura genuina, de respeto a lugar donde se vive y al territorio flamenco al que se pertenece, nos recuerden que el arte del flamenco no es sólo la intelectualidad que se le pretende imprimir a muchos espectáculos actuales sino que también es alegría, es calle, es granujerío y, en definitiva, una fiesta participativa de unos – los artistas- en el escenario y otros - nosotros- disfrutando de ellos y con ellos desde el patio de butacas.

Qué cantó y cómo se cantó ya se lo pueden imaginar ustedes. Todo made in Cádiz. Made in Tacita. El flamenco que tiene origen de Puerta Tierra pa'dentro. El de los Tirillas y los Beduinos. El que tiene a los grandes de su tierra en el recuerdo. Esos grandes de los que ellos aprendieron – Chano Lobato, La Chaqueta, Aurelio Sellés, La Perla, El Mellizo, Mariana Cornejo y hasta a Camarón- y que, junto a ellos, hacen grande a una tierra que es mucho más que carnaval como quedó patente anoche donde gracias a ellos un rinconcito de Sevilla fue esa ''Habana pero con más salero'' que dijera de ella el inolvidable Carlos Cano, a lo que nosotros después de lo de ayer añadiríamos soniquete, compás y arte.

Ficha Técnica:
Espectáculo: Flamenco de la Tacita - Lugar: Hotel Triana - Bienal de Flamenco de Sevilla - Fecha: 13 de Septiembre de 2018 - Aforo: Lleno - Cante: Juan Villar, José Anillo, David Palomar, Samara Montáñez, Anabel Ribera y Ana Salazar - Baile: Rosario Toledo, Edu Guerrero, Maria Moreno, El Junco y Juan José Villar - Toque: Niño Jero, Rafael Rodríguez, Oscar Lago - Palmas y compás: Roberto Jaén